La poesía es cómplice del ser humano
La poesía es cómplice del ser humano, ella puede esconder un intelecto imprudente, juguetón o atrevido que libere, a los poetas, del abigarrado, complicado e imprevisto vivir. Los poetas nos ensenan que no hay que tenerle miedo a la palabra, en ella se esconden los sentimientos que trataremos de descifrar, aunque, a veces no sea fácil llegar al fondo de esa retórica lírica cuyo encanto reside en el misterio del alma. Palabras que se atreven, con temeridad, a dejar traducir ese trasfondo salvaje que todos llevamos adentro. Así, cada poema es un decir diferente al significado que los vocablos albergan en sí mismos. Dialogar con esta obra lírica preconiza, entre otros, el arte literario expresado en amor, nostalgia, maternidad, dolor, y tantos sentimientos ocultos entre sustantivos, adjetivos, verbos, oleaje literario que aflora embravecido para significar cada poema. Alrededor de la libre retórica, en el ámbito lírico actual, encontramos poetas que busca