El petróleo: La oralidad como identidad recuperada
Al arribar a los cincuenta la narrativa del petróleo se consolida en los países petroleros latinoamericanos, cada uno con sus especificidades, entre los cuales los diferentes signos ideológicos exigen respuestas literarias, sin por eso rechazar las propuestas estéticas, el respeto por la calidad discursiva y también la autonomía artística. La dimensión cultural con que se enfoca al trabajador petrolero permite al escritor crear nuevos horizontes, con una potencia movilizadora que compromete a los actores sociales y que impregna la lucha por reivindicaciones y propicia la creación de los sindicatos. Guachimanes (1954) de Gabriel Bracho Montiel desglosa algunas propuestas alternativas y crea personajes que se incorporan a la dimensión que el desarrollo petrolero exigía. Bracho Montiel acude a una estrategia textual que se apoya en cambios de lenguajes, al desplazar la tradición literaria y orquestar espacios autónomos para cada personaje; también para dar voz al nativo con el matiz regio