LOS NO LUGARES Y EL DESARRAIGO EN LOS DETECTIVES SALVAJES DE ROBERTO BOLAÑO
Desde una mesa que reclama organizar las novelas que la colman emerge Roberto Bolaño, con las transformaciones, repeticiones, palimpsestos, espejos de múltiples caras, que confunden y obsesionan, como el muchacho que las escribió y pudo vivir uno de los momentos más ostentosos de la Literatura Latinoamericana, en 1999, al recibir, por su novela Los detectives salvajes, el premio Rómulo Gallegos; al cual sobreviviría sólo cuatro años, en la lucha contra un hígado que, aunque no purificara su organismo, no le impidió depurar la literatura de viejos lastres para abrir senderos insospechados, que contribuirán a comprender las rupturas sociales que el lenguaje explicita en este nuevo siglo. Cuando la vieja casa del lenguaje latinoamericano aparece envuelta en crisis de calidad, los telares de fin de siglo resuelven confundir colores, olores y valores, romper diseños caducos para construir un tejido diferente, cuyos hilados se interceptan en una novela de aguda textura de shock. Los detectiv