El cuento: eterna invención

Los escritores descomponen y recomponen el lenguaje en busca de lograr nuevas formas que identifiquen su estilo y creatividad; cuando se trata del cuento el crear puede reproducir realidades, desarrollar el sortilegio de la magia o llevarnos al límite de la fantasía y algunas veces traspasar las fronteras racionales para introducirnos en el mundo de lo irreal.
 Ya en los rapsodas y juglares medievales la tradición oral suponía un proceso imaginativo, que se incrementaba entre pueblo y pueblo donde relataban los sucesos más destacados de la región. Algunas veces versificaban fragmentos de autoría propia, otras enriquecían los ajenos con fabulosos y hasta fantásticos añadidos. Cada uno dejaba en palabras el sentido del vivir de su región, coincidentes con las figuras que el genio popular iba creando en la realidad cotidiana. Los personajes narrados eran envueltos con una luz peculiar, adquirían atributos especiales que emocionaban al público en espera de un final, ya fuera que parodiaran las tribulaciones de un príncipe o relataran los amores del mozo y la campesina.

Los cuentos orales, igual que los escritos despertaban más emociones que conceptos, condensaban el acontecer de una región transitada y bien reconocida por el juglar.

Desde entonces lo contado ha conservado sus características esenciales, desde luego con las variantes que cada época impone con sus versátiles modas, sus retóricas más o menos ampulosas, sus rupturas estructurales, dejando al escritor la libertad que abarca tema, lenguajes, imaginación y estilo literario.

Algunos escritores han codificado la posible hechura de los cuentos, Horacio Quiroga dejó su famoso decálogo; Julio Cortázar habla con flexibilidad y amplitud sobre sus propias experiencias, que pensamos no son transferibles porque cada escritor se expresa en diferentes contextos, lenguajes y visiones de mundo exclusivas.
El cuento: eterna invención.  Por Julia Elena Rial .

Los cuentos orales, igual que los escritos despertaban más emociones que conceptos, condensaban el acontecer de una región transitada y bien reconocida por el juglar.

Desde entonces lo contado ha conservado sus características esenciales, desde luego con las variantes que cada época impone con sus versátiles modas, sus retóricas más o menos ampulosas, sus rupturas estructurales, dejando al escritor la libertad que abarca tema, lenguajes, imaginación y estilo literario.

Algunos escritores han codificado la posible hechura de los cuentos, Horacio Quiroga dejó su famoso decálogo; Julio Cortázar habla con flexibilidad y amplitud sobre sus propias experiencias, que pensamos no son transferibles porque cada escritor se expresa en diferentes contextos, lenguajes y visiones de mundo exclusivas.
El cuento: eterna invención. Julia Elena Rial . Literatura 2.0
 Cortázar dice en el artículo Algunos aspectos del cuento, publicado en el número 60 de la Revista “Casa de las Américas” en julio de 1970, al intentar definir el género:

“El cuento género de tan difícil definición, tan huidizo en sus múltiples y antagónicos aspectos, y en última instancia tan secreto y replegado a sí mismo, caracol del lenguaje, hermano misterioso de la poesía en otra dimensión del tiempo literario”.

“Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género llamado fantástico, por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y explicarse como lo daba por sentado el optimismo filosófico y científico del siglo XVIII, es decir, dentro de un mundo regido más o menos armoniosamente por un sistema de leyes, principios, de relación de causa efecto, de psicologías definidas, de geografías bien cartografiadas.”

El cuento es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”

Para el escritor argentino “el cuento no tiene leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco encasillable”.

Sin embargo, sí existen ciertas pautas, por no llamarlas normas, que ubican al cuento en lo tensional, interesante, calidad literaria, destreza en el lenguaje, economía descriptiva, en el “Caracol del lenguaje” como lo llamaba Cortázar.

¿Qué diremos sobre esas pautas?

1. La extensión: hoy se denomina cuento breve una especie de escrito que por lo general carece de los elementos esenciales de la narrativa compleja, aunque sintética, del cuento bien imaginado y diseñado. Se trata en la mayoría de los casos, de comentarios, elucubraciones de buenos escritores que nos llegan a contar con la fabulación e intriga que necesita todo cuento,un conflicto puntual, pocos personajes y en un espacio y tiempo limitados. No es aconsejable exceda las 20 páginas, ya que es tan difícil llamar la atención en una cuartilla como mantener la intriga en 30 páginas 

2. Condensar un acontecimiento: ya sea que traspase los umbrales de lo real para colindar con los sueños o que lo fantástico provoque inquietud, sorpresa, con finales siempre inesperados y explosivos, cuyo camino deberá llevar un lenguaje dinámico, preciso. No hay espacio para el relleno superfluo.


3. Carencia de excesos: el cuento no admite disgregaciones, divagaciones filosóficas, solo en el caso de que sea indispensable para el desarrollo del conflicto, el escritor no puede olvidar el meollo, el tema central y único, e irlo deshilvanando con los recursos expresivos que lleven el interés de menos a más, sin descuidar el factor sorpresa a medida que el relato avance. Será el lector quien excederá con su imaginación las fronteras del relato.

4. Lo fantástico en el cuento: a partir de planteamientos distintos  Salvador Garmendia , José Luis Borges y Julio Cortázar, introducen el elemento fantástico para iluminar por un instante lo que existe dentro y fuera del hombre, y crear una incertidumbre acerca de toda la realidad.
El cuento: eterna invención. Julia Elena Rial . Literatura 2.0
Nos atrae lo fantasioso en Salvador Garmendia, con las transformaciones de lo verosímil, la curiosidad por descubrir falsedades, saltos ilógicos, verdades, medias verdades.

Queremos indagar las ideas meramente especulativas, las analogías con la ciencia, forzadas cuando no absurdas, que con tanto acierto cuenta Jorge Luis Borges, retórica que nos suena muy estética y nos envuelve en su contexto, cuyo significado es ambiguo y confunde intencionalmente el sentido técnico de ciertas palabras o las citas inventadas con asomos de lugares verídicos.
El cuento: eterna invención. Julia Elena Rial . Literatura 2.0
 Borges convierte leyes científicas en una convención de significados a descifrar por la crítica literaria, como si todos los hechos objetivos pudieran ser considerados simples construcciones intelectuales.

Pero a Borges y a muchos otros cuentistas los leemos conscientes de que estamos frente a una ficción, solo la calidad literaria nos lleva a dejarnos envolver y disfrutar un desvío imaginario.

Nos atrapa en Cortázar con los continuos saltos entre realidad y fantasía , lo cotidiano y lo mágico interconectados, lo ordinario y lo extraordinario, en un justo equilibrio.

Rómulo Gallegos se toma libertades con relación a las pautas del cuento.

El cuento: eterna invención. Julia Elena Rial . Literatura 2.0
En Los Emigrantes Rómulo Gallegos no cumple con la economía de lenguaje. Sin embargo, el escritor utiliza elementos retóricos de aceleración temporal para condensar la historia de Abraham y Doménico desde su llegada a Venezuela hasta el desenlace en su vejez.

Los Emigrantes no se construye sobre una situación única sino en un proceso de vida, con la reducción a escenas fundamentales y desarrollando en el lector la escala de curiosidad sobre los posibles finales. La ida de Abraham de su casa y del país conforman el elemento sorpresa, pero más sorpresa produce su regreso junto a la esposa que lo había despreciado, a la vez que supone la magia de transformar a un ser humano, Domitila, que carecía de valores éticos y morales, en una persona comprensiva y solidaria.

El cuento en Gallegos adquiere visos de fábula antigua, cuya moraleja se encierra en la mujer “Que ahora era con él buena y cariñosa”. Pero como todo buen cuento pide una segunda lectura, en ella ubicaremos la palabra necesaria, las orientaciones para elaborar otra historia imaginada sobre la narrada; las frases de Domitila suponen un arribismo social, pero también un estilo determinado para poner al lector en calidad de sabueso, en busca de un resquicio de nobleza en la mujer que solo siente desprecio por el esposo emigrante y trabajador.

Apreciamos en el cuento que todas las intervenciones desempeñan una función insustituible: personajes, trabajo, creencias, matrimonio, ideología, contexto social, se engarzan en una selección de motivos cuyo lenguaje está inserto en el territorio realista y regional de su época.

La mente positivista del escritor no considera la posibilidad de introducir el atractivo cuentístico de la fantasía, por eso Los Emigrantes es un cuento de insatisfacciones que se expresa mediante una perfecta relación con la materia estética, sin que su plan de escritura tiranice el tema, porque ella va develando por si sola la conexión entre intriga, personajes y contexto.

Los roles de víctima y verdugo se dan en Abraham y Domitila para reafirmar que la pluralidad del mundo lleva, algunas veces, un gesto de violencia verbal, tan agresivo, que destruye todo espíritu de convivencia y expresa la carencia de valores de la mujer.

Gallegos se vuelve Nietzscheano con su personaje que imbuido del sentido de poder actúa sin fundamentos, pero intuye la debilidad de su esposo y hace de la lengua el juego de su razón de ser. Ella es una dipsómana de su propia realidad de riqueza, se sumerge y embriaga en ella y la va deteriorando a costa del trabajo de Abraham, hasta llevarlo a la quiebra humana y económica. Abraham descrito en frases breves, concisas, “de pasos lentos, pero seguros, de bestia fuerte… y con la extensa sobriedad de su vida”, sintetiza así el típico emigrante que mantiene el culto a su lejano mundo dejado atrás.

El lenguaje es en Gallegos quien transforma lo caduco en evento no perecedero nombrando lo que “es” por su nombre esencial, la casa del lenguaje toma forma en un discurso que otorga verdadero significado a cada personaje; hasta que el encuentro, después de tantos años, de Domenico y Abraham revela el aura de una añorada lejanía hogareña, que había permanecido oculta en la intimidad de cada uno.

Gallegos expresa como el mundo, marcado por la caducidad histórica busca el posible retorno a través del lenguaje literario que resguarda al ser olvidado al liberarlo de la precariedad del tiempo para superar la caducidad a través de la ficción.

"Todo cuento perdurable es como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco. 
Ese árbol crecerá en nosotros, dará su sombra en nuestra memoria".

Julio Cortázar 








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Julia Elena Rial
Escritora, ensayista y docente argentina (Tandil, provincia de Buenos Aires). Reside en Maracay, Aragua (Venezuela). Profesora de castellano y literatura en el Instituto del Profesorado de Buenos Aires. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Historia de las Ideas en la Universidad de Chile. Posgrado en Literatura Latinoamericana en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, de Maracay. Ganadora del Premio Ensayo Miguel Ramón Utrera (1998) con Las masacres: ortodoxia histórica, heterodoxia literaria. Mención de honor en el Concurso de Ensayo Augusto Padrón de la Alcaldía del Municipio Girardot (Maracay, 2005).Ganó el Premio Mayor de las Artes y las Letras del Ministerio de la Cultura de Venezuela (2006) con el ensayo Memoria e identidad en José León Tapia. Autora de los libros Constelaciones del petróleo (2003) y El ensayo: identidad, memoria y olvido ( 2007). Colaboradora de la revista brasileña Hispanista y de la revista venezolana Letralia. Miembro fundador Agrupación Literaria Pie de Página y del Consejo Editorial de la Revista Cultural Pie de Página. Jurado del premio de ensayo Augusto Padrón 2001 y del premio de ensayo Marita King 2005

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