La fábula de la niña y la mujer en Hilos de emoción, de Marina Sandoval

La fábula de la niña y la mujer se conjuga en el libro Hilos de emoción (2007), en el cual su autora, Marina Sandoval, construye la metáfora de unas muñecas de trapo que no por ser ingenuas, ocultan en su humanización, verdades innegables. 

De la sencillez de sus relatos surge la incertidumbre de un mundo latente de sentimientos, que las muñecas desnudan y derivan en fructíferas expresiones de nostalgia. Así lo expresa la soledad de Rita cuando dice: “Me dejaron aquí, para que no estuviese sola, pero aquí la soledad vive dentro de sí, está incrustada hasta en las grietas. Entra y sale sin compañía, enseñoreada dentro de su auténtica soledad.” (2007, p.18). Rita se convierte en instrumento de introversión de la intimidad de la escritora. Si las muñecas de Reverón eran ero-actuantes, las de Marina, son pensantes, exorcizan sus ficticios reductos de libertad expresándose sin inhibiciones.

Julia Elena Rial reseña libro Hilos de Emoción
Marina toma la senda lateral a la que una mujer se inclina, abandonando en ella una parte muy íntima de su ser, la eterna niña en sus recuerdos y afectos. Sus cuentos obedecen también a una verdadera exigencia que llevó, siglos atrás, a los hermanos Grimm (3) a recoger consejas y recuerdos populares, a Perrault a crear sus inolvidables cuentos, a Hans Christian Andersen, único personaje de sus relatos e identificado con el famoso Ruiseñor que tanto enseña a niños y adultos. Ahora en el siglo XXI a Marina Sandoval a sentir la íntima satisfacción de dar rienda suelta a su imaginación, y realzarla con expresiones familiares, y bien logradas imágenes de unas muñecas que, a través de una ficticia humanización, van describiendo la rememoración creada con ingenio, porque la tradición invita a la creación para seguir siendo.

Las páginas se revisten de un atuendo discursivo y figurativo de elocuentes muñecas, las cuales, ignorando la convención social que se suele asentar en la hipocresía, ofrecen una provechosa lección de honestidad, espiritualidad y afecto. Por algo Schiller buscó las raíces de su literatura en la infancia, en los objetos que son lo que fuimos y lo que debemos volver a ser.

La escritora convierte la idealización en realización, que, aunque sesgada con respecto a los recuerdos, nos conmueve con la libre fuerza, la integridad y plenitud que expresan sus muñecas de trapo, en cuyo estilo mágico nos solemos perder, porque ellas “saben cómo los sabios pero se expresan como los niños.” Ellas verbalizan lo utópico, el deseo, la memoria, la lengua, lugares de encuentro de las personas y espacios espirituales donde nos reconocemos nosotros mismos. Marina depura así, con su palabra activa, conceptos que andan dispersos, a veces demasiado abstractos, para hacer accesibles valores eternos. Pero también son Rita y Pepita quienes amplían el espacio limitado de la conducta social y proponen reclamos, caminos, nuevas posibilidades de comprensión. Lo pensaba Milan Kundera al concebir la literatura como permanente redefinición del ser humano. Desvanecidos los juegos de la infancia, ellos sirven para crear una trinchera de ideas que, lejos de líricas pomposas, se aprenden con encanto desde la historia de estas criaturas, a las que la imaginación de Marina les dio el lujo de existir; porque la vida es leyenda que puede inventar una narradora, en la fábula de criaturas hechas al calor de sus recuerdos.

Publicado:  Letralia 


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Julia Elena Rial
Escritora, ensayista y docente argentina (Tandil, provincia de Buenos Aires). Reside en Maracay, Aragua (Venezuela). Profesora de castellano y literatura en el Instituto del Profesorado de Buenos Aires. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Historia de las Ideas en la Universidad de Chile. Posgrado en Literatura Latinoamericana en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, de Maracay. Ganadora del Premio Ensayo Miguel Ramón Utrera (1998) con Las masacres: ortodoxia histórica, heterodoxia literaria. Mención de honor en el Concurso de Ensayo Augusto Padrón de la Alcaldía del Municipio Girardot (Maracay, 2005).Ganó el Premio Mayor de las Artes y las Letras del Ministerio de la Cultura de Venezuela (2006) con el ensayo Memoria e identidad en José León Tapia. Autora de los libros Constelaciones del petróleo (2003) y El ensayo: identidad, memoria y olvido ( 2007). Colaboradora de la revista brasileña Hispanista y de la revista venezolana Letralia. Miembro fundador Agrupación Literaria Pie de Página y del Consejo Editorial de la Revista Cultural Pie de Página. Jurado del premio de ensayo Augusto Padrón 2001 y del premio de ensayo Marita King 2005

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