Personajes femeninos en la literatura: En la vanguardia narrativa del siglo XX (Part. 15)
En el ámbito de la vanguardia narrativa del siglo XX, ajustada a realismos sociales, regionalismos y sobremodernidades, los personajes femeninos siguen siendo inacabados.
Son depredadas las mujeres de Onetti en Juntacadáveres, “Nelly está pintada con cejas amarillas dibujadas cada mañana para hacerlas coincidir con el desinterés o la imbecilidad.”
Figura que parece sustraída de aquel anuncio que en 1893 pintara Toulouse Lautrec para publicitar a la famosa vedette Jane Avril.
Libre, estilizada y frívola pinta Bioy Casares, la Claudia de Clave para un Amor, una metáfora al estilo Mary Quant. El escritor le asigna un estereotipo superficial, que no corresponde con el proceso de logros intelectuales femeninos, de una Argentina donde la mujer se había incorporado a la vida pública, y era dueña de sus propias decisiones.
Libre, estilizada y frívola pinta Bioy Casares, la Claudia de Clave para un Amor, una metáfora al estilo Mary Quant. El escritor le asigna un estereotipo superficial, que no corresponde con el proceso de logros intelectuales femeninos, de una Argentina donde la mujer se había incorporado a la vida pública, y era dueña de sus propias decisiones.
Bioy Casares esfuma a la protagonista con imágenes de lejanía, que apenas quedan en la superficialidad de la retina. La mujer descrita por el escritor argentino responde a matices conceptuales de diferencias económicas y sociales. Un proceso epistemológico que fue acortando distancias en la realidad, más no en la literatura.
Un tiempo antes Roberto Arlt había encarcelado, en su prematuro nihilismo de una Buenos Aires incoherente, algunas mujeres reprimidas y explotadas, que poco se diferenciaban de Eveline, la irlandesa a quien Joyce, en Dublineses, hace pensar que sólo con el matrimonio la respetarían, por eso se iba con Frank, para ser su esposa y dejar así de ser explotada por su padre, quien le quitaba todo el dinero que producía.
Por la misma época Arlt diseña las mujeres de Los Siete Locos; Haffner comenta sobre la prostituta: “Si mañana me viniera a ver un médico y me dijera: la vasca se muere dentro de una semana…yo a la vasca, que me ha dado treinta mil pesos en cuatro años, la dejo que trabaje los siete días y que reviente el séptimo.”
Los Códigos culturales que utilizan Arlt y Joyce sobre la mujer, pueden ser cuestionados y vistos, como versiones irónicas y anecdóticas, para intentar destruir el discurso con su propia sintaxis, un verdadero ejercicio discursivo.
Sin embargo, más allá de un lenguaje que acaricia tonos, y hace conciencia de ritmos y cadencias; son los autores, quienes, desde su infra conciencia, van fraguando el unívoco sentido que llena los espacios vacíos de un ser femenino despreciado. Se trata de un antes ineludible, desde donde los escritores muestran como la narrativa es heredera desde los matices que, sobre la mujer, ha permeado la porosidad de sus vidas. El lenguaje desintegra cualquier expresión de ternura. Lo abyecto pone en tela de juicio una relación humana que el lenguaje se encarga de destruir.
Los Códigos culturales que utilizan Arlt y Joyce sobre la mujer, pueden ser cuestionados y vistos, como versiones irónicas y anecdóticas, para intentar destruir el discurso con su propia sintaxis, un verdadero ejercicio discursivo.
Sin embargo, más allá de un lenguaje que acaricia tonos, y hace conciencia de ritmos y cadencias; son los autores, quienes, desde su infra conciencia, van fraguando el unívoco sentido que llena los espacios vacíos de un ser femenino despreciado. Se trata de un antes ineludible, desde donde los escritores muestran como la narrativa es heredera desde los matices que, sobre la mujer, ha permeado la porosidad de sus vidas. El lenguaje desintegra cualquier expresión de ternura. Lo abyecto pone en tela de juicio una relación humana que el lenguaje se encarga de destruir.
Cuando Mirta Arlt, hija del escritor refiere sobre su padre:” Rechazado por el hogar paterno, rechazado por su familia política y por su propia mujer.” Explica el porqué de esos personajes femeninos que rondan la caída, el pecado, el castigo, el maltrato.
Con mucha similitud Joyce dice en carta, de 1904, a su futura esposa: “A mi madre la mataron lentamente los maltratos de mi padre, años de dificultades y la franqueza cínica de mi conducta.”
En Buenos Aires o en Dublín, los dos escritores perfilan una femineidad cuyo lenguaje se constriñe a las fronteras domésticas, al silencio o a la muerte.
En Buenos Aires o en Dublín, los dos escritores perfilan una femineidad cuyo lenguaje se constriñe a las fronteras domésticas, al silencio o a la muerte.
La distancia no impidió configurar personajes femeninos similares en diferentes cartografías. A pesar de que Arlt declara en el Prólogo de Los Lanzallamas: “Me han hablado de James Joyce poniendo los ojos en blanco,…pero James Joyce es inglés… no ha sido traducido al castellano.”
Cabe pensar que en los contextos de los años 20-30, de expansión industrial y de gran movilidad en ambas ciudades, por la búsqueda de trabajo, las mujeres seguían siendo explotadas. Mucho faltaba para que la mujer trabajadora fuera tema de discusión pública.
Cabe pensar que en los contextos de los años 20-30, de expansión industrial y de gran movilidad en ambas ciudades, por la búsqueda de trabajo, las mujeres seguían siendo explotadas. Mucho faltaba para que la mujer trabajadora fuera tema de discusión pública.
En la actualidad la Iglesia ha relativizado su visión desde que La Pontificia Comisión Bíblica conceptualizó una nueva Interpretación de la Biblia en el año 1994. En el análisis de la lectura del Libro Sagrado se distinguen dos posiciones; una que enfrenta y disiente de las estructuras patriarcales en defensa de la igualdad para la mujer. La otra asume la textualidad discursiva de los libros religiosos de maternidad y obediencia; esta nueva visión ambigua convierte el discurso bíblico en una verdadera ficción, un regodeo de la crítica eclesiástica contra una culpable segregación a finales del XX. Un comportamiento literario reactivo, cuando, desde mediados de siglo, algunos discursos interceptan hechos políticos y sociales con pensamientos que la mujer protagonista propone.
El Papa Francisco, en varias oportunidades ha manifestado su preocupación y decisión por cambiar la situación de la mujer de hoy en muchos países del mundo: “Sufro cuando veo a las mujeres sólo como servidumbre” manifestó durante la conmemoración, 25 años de la Carta Papal: “Mulieris Dignitatem”.
En algunos casos la narración es álgebra que sintetiza en las mismas líneas la construcción en dos direcciones de los personajes femeninos, en un encuentro discursivo intencional de contradicciones sociales. A ellas remite la novela de aquella Patagonia rebelde que, en 1958, relata David Viñas en Dueños de la Tierra.
En algunos casos la narración es álgebra que sintetiza en las mismas líneas la construcción en dos direcciones de los personajes femeninos, en un encuentro discursivo intencional de contradicciones sociales. A ellas remite la novela de aquella Patagonia rebelde que, en 1958, relata David Viñas en Dueños de la Tierra.
El Presidente de la República, Hipólito Irigoyen, envía un joven abogado, Vicente Vera, como intermediario del conflicto con los ovejeros de un sector de la Patagonia, quienes pedían mejores condiciones para soportar el frío invierno de la región. La subestimación que sustenta el personaje, hacia las posibilidades intelectuales de la mujer, se ve refrendada con las palabras de Noé Jitrik cuando dice que el lenguaje de Viñas sugiere que “Hay algo podrido en Dinamarca”.
El ensayista y crítico argentino se refiere no sólo al doble discurso del gobierno central, que encubre una masacre llamando “bandoleros” a los trabajadores, sino al deterioro moral de un abogado de la República, que alimenta su mezquindad con el símil ciudad-mujer al manifestar que “Todas las ciudades eran mujeres, uno se calienta un poco y las quería ver, tocar de nuevo…agotarlas, eso era lo que quería.” Sin duda se trata de un discurso crítico que pone en evidencia los fundamentalismos sexuales, que han contribuido a llevar el problema a niveles de polarización, en los enfoques radicales de grupos feministas, en la geografía mundial.
Los logros legales de las luchas reivindicativas por la dignidad de la mujer se ofrecen, dentro del marco de los discursos testimoniales, como revancha a los Vicentes que ven a las mujeres: “Sonrientes y aburridas…Silvia que era bizca y recitaba… o La Paraguaya que era la única que tenía un fonógrafo pero no andaba.”
El ensayista y crítico argentino se refiere no sólo al doble discurso del gobierno central, que encubre una masacre llamando “bandoleros” a los trabajadores, sino al deterioro moral de un abogado de la República, que alimenta su mezquindad con el símil ciudad-mujer al manifestar que “Todas las ciudades eran mujeres, uno se calienta un poco y las quería ver, tocar de nuevo…agotarlas, eso era lo que quería.” Sin duda se trata de un discurso crítico que pone en evidencia los fundamentalismos sexuales, que han contribuido a llevar el problema a niveles de polarización, en los enfoques radicales de grupos feministas, en la geografía mundial.
Los logros legales de las luchas reivindicativas por la dignidad de la mujer se ofrecen, dentro del marco de los discursos testimoniales, como revancha a los Vicentes que ven a las mujeres: “Sonrientes y aburridas…Silvia que era bizca y recitaba… o La Paraguaya que era la única que tenía un fonógrafo pero no andaba.”
Viñas no pensó, seguramente, en disolver la figura femenina en una nada irracional, sino plantear una confrontación social donde el lenguaje actúe de carcelero del ser humano en su propio contexto decadente. El reverso femenino lo presenta Viñas en el personaje de Yuda, joven universitaria quien, en Dueños de la Tierra, comparte solidaridad, trabajo y responsabilidades con los trabajadores.
Ya sea en cartografías y medios naturales diferentes, ya sea entre sertanejos y ovejeros, Ramos y Viñas participan de la axiología que desacraliza el esquema jerárquico de pasividad de la mujer, frente al poder de decisión masculino. No necesitaron los escritores purificar sus narraciones de sexismos, porque ellos mismos se encargaron de crear sus propios símbolos, que suscitan figuras femeninas con nuevas energías. Las personajes femeninos definen una imagen que coincide con la idea de participar en la producción de futuros, lo demuestran con su capacidad para crear, interpretar y apropiarse de herramientas teóricas y prácticas que las convierten en agentes de su propia historia.
Es a partir del existencialismo sartriano cuando nace una nueva categoría de la libertad femenina en literatura, piedra angular de algunas novelas y ensayos.
Ya sea en cartografías y medios naturales diferentes, ya sea entre sertanejos y ovejeros, Ramos y Viñas participan de la axiología que desacraliza el esquema jerárquico de pasividad de la mujer, frente al poder de decisión masculino. No necesitaron los escritores purificar sus narraciones de sexismos, porque ellos mismos se encargaron de crear sus propios símbolos, que suscitan figuras femeninas con nuevas energías. Las personajes femeninos definen una imagen que coincide con la idea de participar en la producción de futuros, lo demuestran con su capacidad para crear, interpretar y apropiarse de herramientas teóricas y prácticas que las convierten en agentes de su propia historia.
Es a partir del existencialismo sartriano cuando nace una nueva categoría de la libertad femenina en literatura, piedra angular de algunas novelas y ensayos.
La obra de Simone de Beauvoir, y del mismo Sartre, redimensionan su relato considerándolo una faceta humana de diferentes contornos, donde el lenguaje se encarga, por sí mismo, de integrarse al juego de las transgresiones.
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