Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16)

La narrativa mexicana del siglo XX crea personajes femeninos que logran transitar el camino de diferentes historias que denotan los conflictos sociales, políticos y amorosos vividos en México.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial

En 1985, se publica en México Morir en el Golfo de Héctor Aguilar Camín. La protagonista Anabella, igual que la Catalina de “Arráncame la vida” de Ángeles Mastretta, sólo le da sentido a su libertad sexual cuando le es ilícito abusar de ella. El escritor en una entrevista que le hiciera Pamela Jiles dice sobre la mujer: “Cuando uno es joven, la mujer es una zona de deseo, de enigma, de rivalidad y, a veces, de lucha. Parte del cortejo tiene que ver con eso, con el misterio. La conquista tiene algo de dominio de un territorio que, por razones tácticas, tiene que mostrarse hostil.”


El personaje femenino de Anabella deambula en los bordes de un erotismo extremo que se manifiesta en la figura y el lenguaje. Se adjudica el carácter de musa que, entre palabras y sexo, estimula en el narrador-protagonista las investigaciones contra la corrupción del principal líder sindical petrolero. Su atractivo consiste en mimetizar el lenguaje con lo que desea que su cuerpo y mente expresen. Ella conoce la capacidad de su, a veces erótico y otras desaforado discurso.

Una Malinche moderna incorporada al desafío cotidiano del proceso inestable de la política y el petróleo en México, con la incorporación, algunas veces excesiva, de la gastronomía, hipérbaton que sobrecarga las dimensiones del placer. Mujer que lleva a pensar en el erotismo, como escape para atenuar la carga corrupta que rodea el contexto petrolero mexicano, cuyos contornos se manifiestan difíciles de erradicar.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial 

El personaje recuerda a la inconforme “María Luisa” de Mariano Azuela, ”Una mujer que sabía honrar el arte de los afeites y explotar todos los artificios femeninos, sin mengua de la belleza…sus ondulantes movimientos y el airoso blanco de sus hombros y de sus caderas…”

Anabella cambia su vocabulario según el escenario donde actúa, tan pronto es recatado, en el ámbito doméstico, como inescrupuloso y con excesos sexuales en brazos del periodista. En ella conviven tres momentos distintos: la esposa de Rojano, la vengativa luego de que el esposo es asesinado, la lujuriosa que se intercala entre la esposa y la amante, actuando siempre en un tiempo controlado: citas establecidas, días contados, lugares elegidos. Territorios urbanos en los que convive a través de toda la novela y que la llevan a superar adversidades en un dulce final programado. Para ella la muerte de su esposo Rojano no fue el fin natural de la vida sino la fase de un ciclo infinito que, en adelante, nutriría su cotidianidad.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial

Diferentes características presenta el personaje de Catalina en la novela de Ángeles Mastretta Arráncame la vida. Se trata de una joven tomada en matrimonio, como si fuera una propiedad. Se crea así un antagonismo en la pareja, situación que no existía durante el noviazgo. Es de la sumisión de donde Catalina saca sus ventajas. Un “darse por algo”, intercambio subrepticio que ella, como mujer, maneja con mayores ventajas. Nietzsche consideraba que ningún contrato social, ni tampoco la mejor voluntad de justicia lograrían superar el antagonismo natural entre los sexos.

Pero los tiempos no se repiten y las formas de dominación se transforman o cambian de pareja, aunque los narradores siguen colocando al personaje femenino en actitud de manipulación.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial

Friedrich Nietzsche dice a su hermana, en carta de 1887, con motivo de su matrimonio, “Llevas camino en transformarte en víctima voluntaria y cargar sobre tus espaldas con todas las desgracias. ¿ y mi señor cuñado acepta que tú asumas ese papel de pararrayos”.

La situación que describe Nietzsche no dista de ser la vivida por Catalina, junto a un esposo que no le permite desarrollarse como mujer del siglo XX, en un país marcado por una revolución social que traicionó las ideas que la promovieron.

Catalina simboliza, a principios del siglo XX, el estereotipo de la simulación, recurso que utiliza la protagonista para liberarse de la subordinación conyugal. La mujer es en este caso una imagen cuya rebeldía se encierra en las palabras del relato, acústica verbal de mentiras y engaños, lo que Roland Barthes llama “Sistemas en relación recíproca”.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial

Dentro de esta idea barthiana el sistema primario es una Catalina cómplice de las fechorías del marido, pero al mismo tiempo infiel. Esta mujer cobra sentido cuando la escritora relata hechos de la infancia de Catalina, un padre represivo y una educación llena de prohibiciones, asociada al tipo de relaciones políticas con el mundo y las personas con las que vive. Elementos que dibujan el sistema secundario de una mujer de libertad condicionada, controlada y con erupciones explosivas. El mito de la obediencia es la máscara, el metalenguaje que captamos en todo el relato.

Ángeles Mastretta evidencia como las conductas sociales deforman y enajenan el sentido de mujer citadina liberada, en medio de una subordinación que nunca desaparece por completo; al contrario, es recuperada en la relación de los esposos como concepto deformado, pero nunca destruido.

Impresiona como una Catalina representante de la mujer social, no independiente y al mismo tiempo es un ser individual con decisiones amorosas propias. Segunda opción que representa su coartada de liberación; signos viejos y nuevos pueden ser relacionados en una pose de rebeldía, que se traduce en el sistema de hechos: salidas subrepticias, infidelidades, encuentros clandestinos, representativos de una subconducta femenina. La vida verdadera se petrifica en significantes literarios inapropiados que, sin embargo, albergan una seudonaturaleza real, especie de ideología social que responde al discurso de algunos protagonismos femeninos.

Catalina no llega a trascender el ámbito intimista que la tradición reserva a la mujer, ya que el valor que demuestra se origina y agota en la conquista del hombre elegido.

Personajes femeninos en la literatura: Narrativa mexicana del siglo XX (Part. 16) por Julia Elena Rial

La mujer creada por Ángeles Mastretta propone alianzas con personajes subalternos, organiza un espacio doméstico que le compete, pero también favorece sus intrigas amorosas, además de utilizar el viciado proyecto político de su marido para alcanzar sus fines. Pareciera un personaje con falsos comportamientos, para la redefinición de los espacios sociales femeninos en el México de principios de siglo XX.

Catalina recuerda que después de la muerte de su esposo: “Estaba sola, nadie me mandaba. Cuántas cosas haría, pensé bajo la lluvia a carcajadas. Sentada en el suelo, jugando con la tierra húmeda que rodeaba la tumba de Andrés. Divertida con mi futuro, casi feliz…”

La protagonista revierte la fábula vivida tantos años, con lo que se demuestra que ella había representado un papel dentro del sistema coercitivo, cuyo funcionamiento comprendía, y trató de conciliarlo con su actitud individual, pero esa dramaturgia de toda una vida le limita su posibilidad de existir, “Me sentí libre- dice- Tuve miedo.”

Podría llegarse al extremo de pensar en una Catalina que solo se siente mujer independiente siendo infiel a su marido, y desde donde Ángeles Mastretta inscribe una estética de escritura femenina con la cual reafirma un conflicto genérico. Una vez más, alguien pone nombre propio a los problemas que se agudizan en los personajes femeninos de todos los lugares, atacadas por los mismos síntomas, sobre todo por la carencia de libertad de decisión.

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Julia Elena Rial
Escritora, ensayista y docente argentina (Tandil, provincia de Buenos Aires). Reside en Maracay, Aragua (Venezuela). Profesora de castellano y literatura en el Instituto del Profesorado de Buenos Aires. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Historia de las Ideas en la Universidad de Chile. Posgrado en Literatura Latinoamericana en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, de Maracay. Ganadora del Premio Ensayo Miguel Ramón Utrera (1998) con Las masacres: ortodoxia histórica, heterodoxia literaria. Mención de honor en el Concurso de Ensayo Augusto Padrón de la Alcaldía del Municipio Girardot (Maracay, 2005).Ganó el Premio Mayor de las Artes y las Letras del Ministerio de la Cultura de Venezuela (2006) con el ensayo Memoria e identidad en José León Tapia. Autora de los libros Constelaciones del petróleo (2003) y El ensayo: identidad, memoria y olvido ( 2007). Colaboradora de la revista brasileña Hispanista y de la revista venezolana Letralia. Miembro fundador Agrupación Literaria Pie de Página y del Consejo Editorial de la Revista Cultural Pie de Página. Jurado del premio de ensayo Augusto Padrón 2001 y del premio de ensayo Marita King 2005

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